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lunes, 16 de julio de 2018

8 reseñas sobre El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot





En un país signado por la corrupción, la violencia, la pobreza, la misoginia, la homofobia y la estupidez sin límites de quienes nos desgobiernan, reírse es un imperativo para seguir viviendo. Y por eso quiero apuntar la que, en mi opinión, es la primera cualidad de este libro, y a la vez uno de sus ejes transversales: el humor. El autor se ríe y nos hace reír de él mismo, de las vicisitudes de su alter ego, el «famoso» escritor Eduardo Ilussio, y del hecho —mejor dicho, la ilusión— de querer ser escritor y vivir como tal en un país donde la sensibilidad se considera un defecto.

María Eugenia Ramos (Honduras)

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El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot, que mereció el premio Centroamericano de Novela Corta 2016, es una obra metaliteraria e inclasificable, con muestras de un paradójico sentido de humor.

Jorge Ávalos (El Salvador)

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Con El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot Gustavo Campos, de impecable y concisa prosa, ha puesto por escrito el discurrir de su conciencia, subterfugio donde perece persona, autor y personaje, donde lo único que pervive es una confabulación de citas y alusiones. Hocquetot, un escritor de hambres, una suerte de hungerkünstler, nunca llega a escapar de la voracidad literaria que lo tiene confinado. ¿Acaso Campos ha cometido suicidio metaliterario?

León Leiva Gallardo (Honduras)

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Gustavo Campos es un escritor multifacético (narrador, poeta, ensayista, periodista, crítico literario) que nació en 1984 en la ciudad de San Pedro Sula. El Premio Cervantes Sergio Ramírez lo incluyó en un par de antologías como uno de los máximos exponentes de la literatura centroamericana y del caribe en la actualidad y el escritor y crítico literario Jorge Carrión (finalista Premio Anagrama de Ensayo) lo incluyó en el 2010 en un listado de 50 autores de América Latina y España que a su juicio consideraba como los más representativos de la producción literaria joven de la lengua en nuestra época. Dentro de su selecto grupo desfilan nombres importantes de la literatura actual: Elvira Navarro, Santiago Roncagliolo, Rodrigo Hasbun, Alejandro Zambra, Lucía Puenzo, Andrés Neuman, entre otros, y Campos entre ellos. El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot viene a confirmar lo que antes habían descubierto los dos escritores de talla universal citados anteriormente. A mí gusto, el mejor escritor joven de Honduras.

Kalton Harold Bruhl (Honduras)

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Encuentro en El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot un mejor manejo del idioma, el despliegue de un lenguaje más trabajado, con mayor aplomo y seguridad en sí mismo. Y es esa seguridad la que permite hacer acopio de la vena lúdica, del constante juego e incluso de las provocaciones al lector. Se parte de la premisa de que quien carece de esa confianza en sí mismo y de esas certezas personales difícilmente se arriesga a embarcarse en el tono juguetón y burlón como el que campea en el presente texto.

Con todo, en ese afán de experimentar e innovar hay, en mi opinión, en esta osada colección de pastiches extravagancias como ese “Millón de átomos de grosor”. Las ilustraciones con los planos y ratones me parecen simpáticas en el empeño (muy buscado) de sorprender al lector y de escapar de lo trillado. Con todo, pese a (gracias a) al carácter heterodoxo de la “colcha de retazos”, el libro, lejos de naufragar, navega bien y resulta de lectura grata...

Hernán Antonio Bermúdez (Honduras)

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El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot es una obra insólita en la literatura hondureña: es como una miscelánea que salta del cuento al diario, del diario al poema, del poema al fragmento que resulta imposible clasificar, pero incluso al entrar en esos territorios de la escritura no lo hace de la manera acostumbrada. Hocquetot es “una sucesión, un gesto, pero jamás una novela”, se nos advierte al comienzo del texto. Tampoco es una novela porque Gustavo Campos busca escribir algo más que una novela. La descripción del mundo caótico que rodea a Campos da la impresión de ser también caótica y va saltando de género en género, pero el caos se nos revela como un acto premeditado del autor: Hocquetot se muerde la cola y el final se convierte en el principio, cuando la primera página, en la que Campos nos propone su lectura del libro, muestra su verdadera importancia solo al terminar de leerlo y volver al comienzo. Campos alcanza con Hocquetot una meta que parece imposible: escribir un libro en perpetua transformación.

Dennis Arita (Honduras)

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Estamos ante un reto escritural y lingüístico; lo que implica un reto para el lector. T.S. Eliot llamaba hipocryte lecteur a aquel que quizás no escudriñaba o no llegaba a lo medular de lo literario. No le dé el gusto a Eliot y conviértase en un auténtico lector en El libro perdido de Eduardo Illusio Hocquetot.

Javier Alvarado (Panamá)

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En Gustavo Campos los repuntes lúdicos encuentran sus realizaciones más logradas en los juegos literarios. Las repetidas menciones de autores y de obras, las continuas citas, los juegos de palabras, de estilos, de tramas, etc., en mezcla heteróclita con referencias comparables a la música, la fotografía, el cine etc., hacen de los textos órbitas de remitencias de intertextualidad literaria y multimedial. Podría decirse que en las narraciones de este autor, los contextos locales inmediatos quedan absorbidos dentro de esa especie de juegos de mundos posibles que habilita la ficción.

Hector Leyva (Honduras)

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Biobibliografías de los reseñistas.



María Eugenia Ramos

(Tegucigalpa, Honduras, 1959)
Estudió periodismo y literatura en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, aunque por decisión propia no tiene un título formal. Ha ejercido los oficios de la edición, la comunicación social y la educación aplicando metodologías alternativas.

Obra publicada
La niña que nació para ser poeta: Clementina Suárez (Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 2018) y La maestra Choncita (Editorial Guaymuras, 2017), biografías adaptadas para niñas y niños de la poeta Clementina Suárez y la heroína nacional Visitación Padilla, respectivamente; Una cierta nostalgia, cuentos (Editorial Guaymuras, 2016, cuarta edición); La visión de país en Clementina Suárez y Alfonso Guillén Zelaya, ensayo, en coautoría con Mario Membreño Cedillo (PNUD, Tegucigalpa, 2002); Educación, democracia y desarrollo en Honduras (artículos de Ventura Ramos, comp.); Porque ningún sol es el último, poesía (Ediciones Paradiso, Tegucigalpa, 1989).  Ha participado en numerosos encuentros literarios, entre ellos, la serie anual de Encuentros de Escritores Chiapas-Centroamérica y México-Centroamérica (Chiapas, México, 1992-2000), “América Latina, Tierra de Libros” (Roma, 2010), FIL Guadalajara (2011) y el Primer Encuentro de Narradores "Centroamérica cuenta" (Granada, 2013).

Su obra ha sido incluida en las antologías de poesía: Poésie Hondurienne du Siècle XX (Ediciones Patiño, Ginebra, 1997, edición bilingüe francés-español), Honduras, mujer y poesía (Guardabarranco, Tegucigalpa, 1998), Puertas abiertas. Antología de la poesía centroamericana (compilación de Sergio Ramírez, Fondo de Cultura Económica, México, 2011); y de cuento: Antología de cuentistas hondureñas (Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 2003), Pequeñas resistencias 2. Antología del cuento centroamericano (Editorial Páginas de Espuma, Madrid, 2003), Puertos abiertos. Antología del cuento centroamericano (compilación de Sergio Ramírez, Fondo de Cultura Económica, México, 2011) y Centroamérica cuenta (edición bilingüe francés-español, Editorial L'atinoir, Marsella, 2014).
En 2011 la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, la seleccionó como una los “25 secretos literarios mejor guardados de América Latina”, narradores y narradoras que a juicio de un comité de escritores, editores, críticos y lectores de la región son muestra de la mejor calidad literaria del continente.



León Leiva Gallardo
(Amapala, Honduras, 1962)
Poeta, narrador y ensayista.
Estudió Psicología y Letras en la Universidad de Northeastern Illinois. Autor de las novelas Guadalajara de noche (Tusquets Editores, 2006), La casa del cementerio (Tusquets Editores, 2008) y de los poemarios Palabras al acecho en la coedición Desarraigos: Cuatro poetas latinoamericanos en Chicago (Vocesueltas, 2008), Tríptico: tres lustros de poesía (MediaIsla Editores, 2015), Breviario (Ediciones Estampa, 2015), El pordiosero y el dios (MediaIsla editores). 
Participó en “Centroamérica cuenta 2016”, Nicaragua.
 Blog: Calibariel



Jorge Ávalos
(San Salvador, El Salvador, 1964)
Poeta, narrador y dramaturgo salvadoreño, también reconocido por su periodismo de análisis e investigación.
Entre 1980 y 2001 residió en los Estados Unidos donde estudió antropología y desarrollo económico. Se desempeñó como artista visual (video arte) entre 1987 y 1993, y en ese campo recibió algunos de los premios más importantes disponibles en Nueva York y los Estados Unidos, incluyendo una beca de la Fundación para las Artes de Nueva York, un premio del Consejo para las Artes de Nueva York, un premio nacional del Fideicomiso para las Humanidades ("Young scholar award"), y otros premios.
En abril de 2004 Ávalos fue galardonado con el Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán por su colección de cuentos La ciudad del deseo. En febrero de 2012 recibió otro galardón centroamericano, el Premio Mario Monteforte Toledo de Cuento, por su obra El secreto del ángel. Aparece incluido en la antología de cuento centroamericano Puertos Abiertos, seleccionada por Sergio Ramírez y publicada por el Fondo de Cultura Económica, México, DF, 2011.

Obras
El cuerpo vulnerado (poesía, San Salvador, 1984), El coleccionista de almas (poesía, Nueva York, 1996), La ciudad del deseo (cuento, Panamá, 2004), Ángel de la guarda (teatro, San Salvador, 2005, La canción de nuestros días (teatro, San Salvador, tres versiones: 1993-2004-2008, Lo que no se dice (teatro, San Salvador, 2009), La balada de Jimmy Rosa (teatro, San Salvador, 2009), El secreto del ángel (cuento, San Salvador, 2012. Premio Centroamericano de Cuento Mario Monteforte Toledo, Guatemala, 2012. Edición privada, San Salvador), Historias de dos ciudades. Cuentistas de Panamá y El Salvador (selección y edición de Jorge Ávalos y Enrique Jaramillo Levi, antología, Panamá, Sagitario Ediciones, 2017), El Salvador en construcción. Autores: Carolina Ávalos, Jorge Ávalos, et al (ensayo, Istmo Editores, San Salvador, 2017).
Participó en “Centroamérica cuenta 2015”, Nicaragua.
Dirige la Revista de Letras y Artes La Zebra.



Dennis Arita
(La Lima, Cortés, Honduras, 1969)
Narrador, traductor y diseñador gráfico. Sus relatos y traducciones han aparecido en varias publicaciones hondureñas. Incluido en Entre el parnaso y la maison: Muestra de la nueva narrativa de la costa norte hondureña (HN, 2011) y en Centroamericanos del ayer y hoy (HN, 2014). Ha publicado dos libros de cuentos: Final de invierno (2008) y Música del desierto (2011).
A juicio del crítico Hernán Antonio Bermúdez: “Dennis Arita posee, en suma, una escritura depurada, precisión de vocabulario, pudor expresivo, continuos hallazgos descriptivos y casi ausencia total de tanteos o vacilaciones (las excepciones son minúsculas). Final de invierno es un excelente primer libro y le abre paso, además, a Música del desierto (2011) que confirma y consolida su enorme talento narrativo.”

(Santiago de Veraguas, Panamá, 1982).
Es poeta y Licenciado en Lengua y Literatura Españolas por la Universidad de Panamá. Colabora con publicaciones de su país y del exterior, como así también forma parte de antologías latinoamericanas e internacionales.  Obtuvo numerosos premios, entre ellos, el Premio Nacional de Poesía Joven de Panamá Gustavo Batista Cedeño 2000, el Premio de Poesía Pablo Neruda 2004, el Premio de Poesía Stella Sierra en el 2007, el Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán 2011, el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2012, el Premio Internacional de Poesía Rubén Darío de Nicaragua 2013, el Premio Medardo Ángel Silva 2014, con un jurado conformado por Antonio Gamoneda, Rodolfo Hinostroza y Julio Pazos, el Premio Nacional de Poesía Ricardo Miró 2015 de Panamá. Ha sido Poeta Residente por la Fundación Cove Park, Escocia, Reino Unido 2009. Y recibió Mención de Honor del Premio Literario Casa de las Américas de Cuba 2010, siendo finalista del Festival de la Lira (Ecuador), Primer Accésit del Premio Eros de Poesía Erótica 2015, convocado por el Centro Canario de Estudios Caribeños por el poema “Para hacer el amor en Poneloya”, I Finalista del Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero 2015, Salamanca, España, Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá en poesía, Mención de Honor Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador, El Salvador, 2016, Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador, 2017.
Aparece incluido en la antología de poesía centroamericana Puertas Abiertos, seleccionada por Sergio Ramírez y publicada por el Fondo de Cultura Económica, México, DF, 2011.
Publicó hasta la fecha Tiempos de Vida y Muerte (2001),  Caminos Errabundos y otras Ciudades (2002); Poemas para caminar bajo un paraguas (2003),  Aquí, todo tu cuerpo escrito (2005), Por ti no pasa nunca el Tiempo (y otros poemas al espejo) (2005), No me cubre de edad la Primavera (2008), Soy mi Desconocido (2008), Carta Natal al País de los Locos(2011), Ojos Parlantes para estaciones de ceguera (2011), Balada sin ovejas para un pastor de huesos (2011), Viaje solar de un tren hacia la noche de Matachín (2013), El mar que me habita (2013), La vida en mi plato de pobre (2015).


Héctor Leyva
(Honduras, 1963)
Es profesor de la Escuela de Letras de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, investigador de temas literarios, históricos y culturales centroamericanos y editor de autores hondureños y de recopilaciones de tradición oral indígena. Se doctoró en 1996 en la Universidad Complutense de Madrid con su trabajo Narrativa de los procesos revolucionarios centroamericanos (1960-1990). Su libro Imaginarios (sub)terráneos. Estudios literarios y culturales de Honduras (2009) ofrece una exploración teórica y datos de primera mano sobre una diversidad de temas hondureños. Es miembro de la red académica internacional que publica Istmo. Revista de estudios literarios y culturales centroamericanos. Ha sido consultor de UNESCO y ha formado parte de los equipos de investigación de los Informes nacionales y regionales de desarrollo humano del PNUD. 
Su Blog Scriptorium ofrece buena parte de su obra en versiones descargables.



Kalton Harold Bruhl
(Honduras, 1976)
Ha publicado numerosas obras, entre las que destacan sus libros de relatos: El último vagón (España, 2013); Un nombre para el olvido (2014); La dama en el café y otros misterios (2014); Donde le dije adiós (2014); Sin vuelta atrás (2015); La intimidad de los Recuerdos (2017). Es autor de la novela La mente dividida (Premio Centroamericano de Novela Corta, España, 2014). Sus obras han sido parcialmente traducidas al alemán y francés en más de 50 antologías publicadas en los últimos 5 años en distintas editoriales de España, Argentina, México y Estados Unidos, mencionándose entre ellas Antología del relato negro III, Hiroshima, Truman, Asesinatos profilácticos, 2099, Kafka y Relatos fotoeróticos, todas con Ediciones Irreverentes; París, Viena, Lisboa y Tras las huellas de Arsenio Lupin de M.A.R. Editor.  Ganó el Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa” y es miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua, Correspondiente de la Real Academia de la Lengua.
También aparece incluido en la antología de cuento centroamericano Un espejo roto, seleccionada por el Premio Cervantes Sergio Ramírez.
Participó en “Centroamérica Cuenta 2014”.

Hernán Antonio Bermúdez
(Honduras, 1949)

Crítico literario y diplomático hondureño. Nació en el año 1949. Perteneciente a los grupos literarios “Vida Nueva” y “Taunka”. Fundó las revistas Coloquio (1969-1970) y Señales (1971-1972). Fue miembro del comité de redacción de la Revista Alcaraván. Aunque sin obra orgánica aún, es uno de los más inteligentes críticos literarios de Honduras. Ha recopilado sus reseñas en dos libros: Retahíla (1980) y Afinidades (2007). Fundador de varias revistas literarias y de la editorial Guaymuras, también es autor de la antología Cinco poetas hondureños (1981). Diplomático de carrera, actualmente es director de la Academia Diplomática de Honduras.


miércoles, 13 de junio de 2018

8 reseñas sobre "El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot"



En un país signado por la corrupción, la violencia, la pobreza, la misoginia, la homofobia y la estupidez sin límites de quienes nos desgobiernan, reírse es un imperativo para seguir viviendo. Y por eso quiero apuntar la que, en mi opinión, es la primera cualidad de este libro, y a la vez uno de sus ejes transversales: el humor. El autor se ríe y nos hace reír de él mismo, de las vicisitudes de su alter ego, el «famoso» escritor Eduardo Ilussio, y del hecho —mejor dicho, la ilusión— de querer ser escritor y vivir como tal en un país donde la sensibilidad se considera un defecto.

María Eugenia Ramos (Honduras)

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El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot, que mereció el premio Centroamericano de Novela Corta 2016, es una obra metaliteraria e inclasificable, con muestras de un paradójico sentido de humor.

Jorge Ávalos (El Salvador)

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Con El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot Gustavo Campos, de impecable y concisa prosa, ha puesto por escrito el discurrir de su conciencia, subterfugio donde perece persona, autor y personaje, donde lo único que pervive es una confabulación de citas y alusiones. Hocquetot, un escritor de hambres, una suerte de hungerkünstler, nunca llega a escapar de la voracidad literaria que lo tiene confinado. ¿Acaso Campos ha cometido suicidio metaliterario?

León Leiva Gallardo (Honduras)

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Gustavo Campos es un escritor multifacético (narrador, poeta, ensayista, periodista, crítico literario) que nació en 1984 en la ciudad de San Pedro Sula. El Premio Cervantes Sergio Ramírez lo incluyó en un par de antologías como uno de los máximos exponentes de la literatura centroamericana y del caribe en la actualidad y el escritor y crítico literario Jorge Carrión (finalista Premio Anagrama de Ensayo) lo incluyó en el 2010 en un listado de 50 autores de América Latina y España que a su juicio consideraba como los más representativos de la producción literaria joven de la lengua en nuestra época. Dentro de su selecto grupo desfilan nombres importantes de la literatura actual: Elvira Navarro, Santiago Roncagliolo, Rodrigo Hasbun, Alejandro Zambra, Lucía Puenzo, Andrés Neuman, entre otros, y Campos entre ellos. El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot viene a confirmar lo que antes habían descubierto los dos escritores de talla universal citados anteriormente. A mí gusto, el mejor escritor joven de Honduras.
Kalton Harold Bruhl (Honduras)
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Encuentro en El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot un mejor manejo del idioma, el despliegue de un lenguaje más trabajado, con mayor aplomo y seguridad en sí mismo. Y es esa seguridad la que permite hacer acopio de la vena lúdica, del constante juego e incluso de las provocaciones al lector. Se parte de la premisa de que quien carece de esa confianza en sí mismo y de esas certezas personales difícilmente se arriesga a embarcarse en el tono juguetón y burlón como el que campea en el presente texto.
Con todo, en ese afán de experimentar e innovar hay, en mi opinión, en esta osada colección de pastiches extravagancias como ese “Millón de átomos de grosor”. Las ilustraciones con los planos y ratones me parecen simpáticas en el empeño (muy buscado) de sorprender al lector y de escapar de lo trillado. Con todo, pese a (gracias a) al carácter heterodoxo de la “colcha de retazos”, el libro, lejos de naufragar, navega bien y resulta de lectura grata...
Hernán Antonio Bermúdez
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El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot es una obra insólita en la literatura hondureña: es como una miscelánea que salta del cuento al diario, del diario al poema, del poema al fragmento que resulta imposible clasificar, pero incluso al entrar en esos territorios de la escritura no lo hace de la manera acostumbrada. Hocquetot es “una sucesión, un gesto, pero jamás una novela”, se nos advierte al comienzo del texto. Tampoco es una novela porque Gustavo Campos busca escribir algo más que una novela. La descripción del mundo caótico que rodea a Campos da la impresión de ser también caótica y va saltando de género en género, pero el caos se nos revela como un acto premeditado del autor: Hocquetot se muerde la cola y el final se convierte en el principio, cuando la primera página, en la que Campos nos propone su lectura del libro, muestra su verdadera importancia solo al terminar de leerlo y volver al comienzo. Campos alcanza con Hocquetot una meta que parece imposible: escribir un libro en perpetua transformación.

Dennis Arita (Honduras)

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Estamos ante un reto escritural y lingüístico; lo que implica un reto para el lector.  T.S. Eliot llamaba hipocryte lecteur a aquel que quizás no escudriñaba o no llegaba a lo medular de lo literario. No le dé el gusto a Eliot y conviértase en un auténtico lector en El libro perdido de Eduardo Illusio Hocquetot

Javier Alvarado (Panamá)

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En Gustavo Campos los repuntes lúdicos encuentran sus realizaciones más logradas en los juegos literarios. Las repetidas menciones de autores y de obras, las continuas citas, los juegos de palabras, de estilos, de tramas, etc., en mezcla heteróclita con referencias comparables a la música, la fotografía, el cine etc., hacen de los textos órbitas de remitencias de intertextualidad literaria y multimedial. Podría decirse que en las narraciones de este autor, los contextos locales inmediatos quedan absorbidos dentro de esa especie de juegos de mundos posibles que habilita la ficción.

Hector Leyva (Honduras)


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Biobibliografías de los reseñistas. 

María Eugenia Ramos

(Tegucigalpa, Honduras, 1959)
Estudió periodismo y literatura en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, aunque por decisión propia no tiene un título formal. Ha ejercido los oficios de la edición, la comunicación social y la educación aplicando metodologías alternativas.

Obra publicada
La niña que nació para ser poeta: Clementina Suárez (Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 2018) y La maestra Choncita (Editorial Guaymuras, 2017), biografías adaptadas para niñas y niños de la poeta Clementina Suárez y la heroína nacional Visitación Padilla, respectivamente; Una cierta nostalgia, cuentos (Editorial Guaymuras, 2016, cuarta edición); La visión de país en Clementina Suárez y Alfonso Guillén Zelaya, ensayo, en coautoría con Mario Membreño Cedillo (PNUD, Tegucigalpa, 2002); Educación, democracia y desarrollo en Honduras (artículos de Ventura Ramos, comp.); Porque ningún sol es el último, poesía (Ediciones Paradiso, Tegucigalpa, 1989).  Ha participado en numerosos encuentros literarios, entre ellos, la serie anual de Encuentros de Escritores Chiapas-Centroamérica y México-Centroamérica (Chiapas, México, 1992-2000), “América Latina, Tierra de Libros” (Roma, 2010), FIL Guadalajara (2011) y el Primer Encuentro de Narradores "Centroamérica cuenta" (Granada, 2013).

Su obra ha sido incluida en las antologías de poesía: Poésie Hondurienne du Siècle XX (Ediciones Patiño, Ginebra, 1997, edición bilingüe francés-español), Honduras, mujer y poesía (Guardabarranco, Tegucigalpa, 1998), Puertas abiertas. Antología de la poesía centroamericana (compilación de Sergio Ramírez, Fondo de Cultura Económica, México, 2011); y de cuento: Antología de cuentistas hondureñas (Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 2003), Pequeñas resistencias 2. Antología del cuento centroamericano (Editorial Páginas de Espuma, Madrid, 2003), Puertos abiertos. Antología del cuento centroamericano (compilación de Sergio Ramírez, Fondo de Cultura Económica, México, 2011) y Centroamérica cuenta (edición bilingüe francés-español, Editorial L'atinoir, Marsella, 2014).
En 2011 la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, la seleccionó como una los “25 secretos literarios mejor guardados de América Latina”, narradores y narradoras que a juicio de un comité de escritores, editores, críticos y lectores de la región son muestra de la mejor calidad literaria del continente.



León Leiva Gallardo
(Amapala, Honduras, 1962)
Poeta, narrador y ensayista.
Estudió Psicología y Letras en la Universidad de Northeastern Illinois. Autor de las novelas Guadalajara de noche (Tusquets Editores, 2006), La casa del cementerio (Tusquets Editores, 2008) y de los poemarios Palabras al acecho en la coedición Desarraigos: Cuatro poetas latinoamericanos en Chicago (Vocesueltas, 2008), Tríptico: tres lustros de poesía (MediaIsla Editores, 2015), Breviario (Ediciones Estampa, 2015), El pordiosero y el dios (MediaIsla editores). 
Participó en “Centroamérica cuenta 2016”, Nicaragua.
 Blog: Calibariel



Jorge Ávalos
(San Salvador, El Salvador, 1964)
Poeta, narrador y dramaturgo salvadoreño, también reconocido por su periodismo de análisis e investigación.
Entre 1980 y 2001 residió en los Estados Unidos donde estudió antropología y desarrollo económico. Se desempeñó como artista visual (video arte) entre 1987 y 1993, y en ese campo recibió algunos de los premios más importantes disponibles en Nueva York y los Estados Unidos, incluyendo una beca de la Fundación para las Artes de Nueva York, un premio del Consejo para las Artes de Nueva York, un premio nacional del Fideicomiso para las Humanidades ("Young scholar award"), y otros premios.
En abril de 2004 Ávalos fue galardonado con el Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán por su colección de cuentos La ciudad del deseo. En febrero de 2012 recibió otro galardón centroamericano, el Premio Mario Monteforte Toledo de Cuento, por su obra El secreto del ángel. Aparece incluido en la antología de cuento centroamericano Puertos Abiertos, seleccionada por Sergio Ramírez y publicada por el Fondo de Cultura Económica, México, DF, 2011.

Obras
El cuerpo vulnerado (poesía, San Salvador, 1984), El coleccionista de almas (poesía, Nueva York, 1996), La ciudad del deseo (cuento, Panamá, 2004), Ángel de la guarda (teatro, San Salvador, 2005, La canción de nuestros días (teatro, San Salvador, tres versiones: 1993-2004-2008, Lo que no se dice (teatro, San Salvador, 2009), La balada de Jimmy Rosa (teatro, San Salvador, 2009), El secreto del ángel (cuento, San Salvador, 2012. Premio Centroamericano de Cuento Mario Monteforte Toledo, Guatemala, 2012. Edición privada, San Salvador), Historias de dos ciudades. Cuentistas de Panamá y El Salvador (selección y edición de Jorge Ávalos y Enrique Jaramillo Levi, antología, Panamá, Sagitario Ediciones, 2017), El Salvador en construcción. Autores: Carolina Ávalos, Jorge Ávalos, et al (ensayo, Istmo Editores, San Salvador, 2017).
Participó en “Centroamérica cuenta 2015”, Nicaragua.
Dirige la Revista de Letras y Artes La Zebra.



Dennis Arita
(La Lima, Cortés, Honduras, 1969)
Narrador, traductor y diseñador gráfico. Sus relatos y traducciones han aparecido en varias publicaciones hondureñas. Incluido en Entre el parnaso y la maison: Muestra de la nueva narrativa de la costa norte hondureña (HN, 2011) y en Centroamericanos del ayer y hoy (HN, 2014). Ha publicado dos libros de cuentos: Final de invierno (2008) y Música del desierto (2011).
A juicio del crítico Hernán Antonio Bermúdez: “Dennis Arita posee, en suma, una escritura depurada, precisión de vocabulario, pudor expresivo, continuos hallazgos descriptivos y casi ausencia total de tanteos o vacilaciones (las excepciones son minúsculas). Final de invierno es un excelente primer libro y le abre paso, además, a Música del desierto (2011) que confirma y consolida su enorme talento narrativo.”

(Santiago de Veraguas, Panamá, 1982).
Es poeta y Licenciado en Lengua y Literatura Españolas por la Universidad de Panamá. Colabora con publicaciones de su país y del exterior, como así también forma parte de antologías latinoamericanas e internacionales.  Obtuvo numerosos premios, entre ellos, el Premio Nacional de Poesía Joven de Panamá Gustavo Batista Cedeño 2000, el Premio de Poesía Pablo Neruda 2004, el Premio de Poesía Stella Sierra en el 2007, el Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán 2011, el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2012, el Premio Internacional de Poesía Rubén Darío de Nicaragua 2013, el Premio Medardo Ángel Silva 2014, con un jurado conformado por Antonio Gamoneda, Rodolfo Hinostroza y Julio Pazos, el Premio Nacional de Poesía Ricardo Miró 2015 de Panamá. Ha sido Poeta Residente por la Fundación Cove Park, Escocia, Reino Unido 2009. Y recibió Mención de Honor del Premio Literario Casa de las Américas de Cuba 2010, siendo finalista del Festival de la Lira (Ecuador), Primer Accésit del Premio Eros de Poesía Erótica 2015, convocado por el Centro Canario de Estudios Caribeños por el poema “Para hacer el amor en Poneloya”, I Finalista del Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero 2015, Salamanca, España, Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá en poesía, Mención de Honor Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador, El Salvador, 2016, Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador, 2017.
Aparece incluido en la antología de poesía centroamericana Puertas Abiertos, seleccionada por Sergio Ramírez y publicada por el Fondo de Cultura Económica, México, DF, 2011.
Publicó hasta la fecha Tiempos de Vida y Muerte (2001),  Caminos Errabundos y otras Ciudades (2002); Poemas para caminar bajo un paraguas (2003),  Aquí, todo tu cuerpo escrito (2005), Por ti no pasa nunca el Tiempo (y otros poemas al espejo) (2005), No me cubre de edad la Primavera (2008), Soy mi Desconocido (2008), Carta Natal al País de los Locos(2011), Ojos Parlantes para estaciones de ceguera (2011), Balada sin ovejas para un pastor de huesos (2011), Viaje solar de un tren hacia la noche de Matachín (2013), El mar que me habita (2013), La vida en mi plato de pobre (2015).


Héctor Leyva
(Honduras, 1963)
Es profesor de la Escuela de Letras de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, investigador de temas literarios, históricos y culturales centroamericanos y editor de autores hondureños y de recopilaciones de tradición oral indígena. Se doctoró en 1996 en la Universidad Complutense de Madrid con su trabajo Narrativa de los procesos revolucionarios centroamericanos (1960-1990). Su libro Imaginarios (sub)terráneos. Estudios literarios y culturales de Honduras (2009) ofrece una exploración teórica y datos de primera mano sobre una diversidad de temas hondureños. Es miembro de la red académica internacional que publica Istmo. Revista de estudios literarios y culturales centroamericanos. Ha sido consultor de UNESCO y ha formado parte de los equipos de investigación de los Informes nacionales y regionales de desarrollo humano del PNUD. 
Su Blog Scriptorium ofrece buena parte de su obra en versiones descargables.



Kalton Harold Bruhl
(Honduras, 1976)
Ha publicado numerosas obras, entre las que destacan sus libros de relatos: El último vagón (España, 2013); Un nombre para el olvido (2014); La dama en el café y otros misterios (2014); Donde le dije adiós (2014); Sin vuelta atrás (2015); La intimidad de los Recuerdos (2017). Es autor de la novela La mente dividida (Premio Centroamericano de Novela Corta, España, 2014). Sus obras han sido parcialmente traducidas al alemán y francés en más de 50 antologías publicadas en los últimos 5 años en distintas editoriales de España, Argentina, México y Estados Unidos, mencionándose entre ellas Antología del relato negro III, Hiroshima, Truman, Asesinatos profilácticos, 2099, Kafka y Relatos fotoeróticos, todas con Ediciones Irreverentes; París, Viena, Lisboa y Tras las huellas de Arsenio Lupin de M.A.R. Editor.  Ganó el Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa” y es miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua, Correspondiente de la Real Academia de la Lengua.
También aparece incluido en la antología de cuento centroamericano Un espejo roto, seleccionada por el Premio Cervantes Sergio Ramírez.
Participó en “Centroamérica Cuenta 2014”.

Hernán Antonio Bermúdez
(Honduras, 1949)

Crítico literario y diplomático hondureño. Nació en el año 1949. Perteneciente a los grupos literarios “Vida Nueva” y “Taunka”. Fundó las revistas Coloquio (1969-1970) y Señales (1971-1972). Fue miembro del comité de redacción de la Revista Alcaraván. Aunque sin obra orgánica aún, es uno de los más inteligentes críticos literarios de Honduras. Ha recopilado sus reseñas en dos libros: Retahíla (1980) y Afinidades (2007). Fundador de varias revistas literarias y de la editorial Guaymuras, también es autor de la antología Cinco poetas hondureños (1981). Diplomático de carrera, actualmente es director de la Academia Diplomática de Honduras.

jueves, 20 de marzo de 2014

Náufragos o el talento narrativo de Dennis Arita. Hernán Antonio Bermúdez




Dennis Arita




                                                Hernán Antonio Bermúdez


“náufragos que sólo alcanzan a reconocerse cuando logran
confluir en una danza o juego” (p. 96)
                                                                                                                        
En el 2008 Dennis Arita inició su trayectoria como narrador al publicar Final de invierno, libro que agrupa cinco cuentos, el último de los cuales le da el título al volumen. Cabe decir que su voz autoral no se parece a ninguna otra. Impregnado de atmósferas y personajes de clara estirpe onettiana, Dennis Arita pareciera trabajar en un taller secreto del lenguaje, fraguando una estética peculiar que traspasa las inflexiones de la lengua a su propia búsqueda expresiva.

El linaje de Juan Carlos Onetti en estos relatos se detecta por el clima de derrota, confinamiento y hastío de los personajes principales. Y aun cuando ocasionalmente puedan adoptar un inusual aire de liviandad, tiemblan y hacen relucir su fragilidad subterránea.

Lo que sucede en Final de invierno es un continuo fracaso, una comprobación tras otra de la inutilidad de actuar. La comunicación no tiene cabida en este universo cerrado y gélido (allí, además, para mayor énfasis, siempre hace frío y llueve), y se la rehúye de manera constante. Así, cuando se desencadena cualquier situación en que cabría esperar un diálogo, el protagonista se desconecta y deambula en un ámbito propio y ajeno. Las raras veces en que se intenta establecer una aproximación con algún interlocutor, ésta ineluctablemente fracasa o se malogra.

Aparte está el terrible aburrimiento o desazón existencial que domina a todos los personajes que siempre parecen querer desligarse del sombrío lugar en que se encuentran (“la vida está en otra parte”, como diría Milan Kundera). Estos gesticulan como mónadas aisladas, y, si acaso, los diálogos lacónicos marcan la distancia que escinde al protagonista de los demás personajes o, como suele decirse, “el mutuo enigma de un ser frente a otro”.

En el territorio literario de Dennis Arita refulge permanentemente la imagen de oscuridad. Se trata de una opacidad irremediable y de un misterio difuso que corroe el hábitat de estos cuentos. Es más, se está en presencia de una manera elusiva, oblicua, de narrar, donde la soledad resulta un fenómeno del todo pesaroso (desastroso quizá), pero sin bordear el patetismo. A veces con una trama próxima a la de los sueños, con su lógica alucinada y sus apariciones (y desapariciones) inexplicables.

En tal sentido, en los relatos de Final de invierno, emparentados por su textura depresiva y su crispación febril, la acción narrativa y el contexto que la rodea poseen una cierta condición onírica: las figuras se coagulan en torno a una lúcida y delirante obsesión de pesadilla.

En todos ellos, el protagonista, Figueroa en “El río”, Sierra en “Casas”, Peralta en “Monstruo”, Juan Mendoza en “Edificios después de la lluvia” y el de “Final de invierno” (cuyo nombre se escamotea), es un individuo angustiado o bien desmoralizado: se trata de sujetos exhaustos, desengañados, suspicaces, con los afectos rotos o al borde de la zozobra.

   Así en “El río”, “Figueroa no puede decir si acaba de perder la noción del tiempo y de las distancias o si ha sido siempre así” (p. 19) y “las sensaciones le llegan como atravesando distancias cubiertas de niebla” (p. 20). “Todo es para él como un río llevándoselo hacia la nada” (pp. 24 y 25).
  En “Casas”, “Sierra se sentía cada vez más lejos, como si se lo llevara la corriente de un río, igual que un tronco o una rama” (p. 47), y “es incapaz de recordar” (p. 46).
  En “Monstruo”, a Peralta “lo perturbó la sospecha de que por alguna razón estaba perdiendo contacto con la realidad” (p. 55) y “todo quedaría en el límite de lo indefinido” (p. 58).
  Mendoza en “Edificios después de la lluvia” se mueve en “la sombra verdosa y casi submarina en que parecían flotar los objetos” (p. 76).  

El cuento titular del libro, “Final de invierno”, es a mi juicio el más logrado. No por casualidad éste dio su nombre al libro entero. Además, tanto en él como en “Edificios después de la lluvia” se destaca un “yo” más cargado de importancia individual: es el narrador. En efecto, estos dos relatos están escritos en primera persona del singular: cuentan las vivencias y las reacciones de figuras protagónicas (proto/agónicas) que son, de alguna manera, una delegación del autor aunque, por supuesto, sin confundirse con ellas. Es decir, el autor les presta su voz, su estilo, pero los personajes (como no podía ser de otra manera) poseen las dimensiones de creaturas literarias, con su peso específico propio.

En definitiva, los protagonistas difieren poco entre sí y parecen variaciones de un modelo compartido. Eso sí, la hilación de los hechos discurre lenta, lo que carga a la prosa de una dramaticidad a ratos exasperante. La valía de los relatos depende más de su ciclo verbal que de los consabidos componentes anecdóticos que puedan contener. Con todo, el último cuento es un prodigio de intensidad y de dosificación de los efectos, como un mecanismo destinado a culminar con el manotazo de la frase final.

Dennis Arita posee, en suma, una escritura depurada, precisión de vocabulario, pudor expresivo, continuos hallazgos descriptivos y casi ausencia total de tanteos o vacilaciones (las excepciones son minúsculas). Final de invierno es un excelente primer libro y le abre paso, además, a Música del desierto (2011) que confirma y consolida su enorme talento narrativo.


                                                                                         Tegucigalpa, marzo del 2014