miércoles, 19 de febrero de 2020

Gustavo Campos: El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot. Koldo Concejo

                                  

Gustavo Campos: El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot

Parece indudable que la literatura hondureña es la hermana pobre de la literatura centroamericana. Dejando México de lado, por razones obvias, creo que todos somos capaces de nombrar autores guatemaltecos (HalfonAsturias...), nicaragüenses (Darío, Sergio Ramírez, Gioconda Belli...), salvadoreños (Castellanos Moya, Roque Dalton...) o costarricenses (Carlos Fonseca). En cambio, creo que muy pocos, yo el primero, seríamos capaces de nombrar (sin consultarlo previamente, claro) a un escritor hondureño.

Por suerte, y haciendo buena la máxima de que «TODO ESTÁ EN ULAD» (o casi, porque después de 4000 reseñas aún tenemos nuestras lagunillas, entre ellas la de no tener reseñado a ningún autor nicaragüense (¿¡!?), hoy traemos este El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot, texto(s) absolutamente ligado a sucesivas vanguardias del siglo XX y XXI. En este sentido, varios son los nombres que asoman a medida que uno avanza en la lectura: Borges y Bioy (¿no recuerda el título del libro a Honorio Bustos Domecq?), Macedonio Fernández y su Museo de la Novela de la Eterna, Cortázar y las Historias de cronopios y de famas”} o la segunda parte de Rayuela, Vila-Matas y sus juegos con el tiempo y las continuas sustituciones de personajes, etc. Palabras mayores, oigan, con los que no resulta fácil que a uno le comparen. 

En fin. El caso es que El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot es un texto fragmentario dividido en dos partes, «Eduardo Ilussio Hocquetot» y «Vidas Posibles», con el humor como común denominador. Es fragmentario en tanto en cuanto a que carece de argumento y se construye a partir de materiales diversos tales como entrevistas, monólogos, «ensayos», poemas, microrrelatos, etc., en los que se combinan aspectos íntimos y personales con otros más generales, normalmente vinculados a la cultura / creación / escritura.

En este sentido, además del humor que destilan buena parte de los textos (sin ir más lejos, la entrevista que abre el libro, plagada de preguntas indiscretas y respuestas ácidas al más puro estilo de Groucho Marx o Woody Allen, es sencillamente magnífica), destacaría la parte del libro centrada en el papel del escritor y en las opciones estéticas que puede y debe o no asumir. Así, nacen las dudas: sobre si optar por una escritura social o por una escritura más «artística», sobre todo teniendo en cuenta la situación del país, sobre el rol del autor, sobre “qué es lo correcto”. De esa disyuntiva acerca de los temas sobre los que escribir surge «Vidas Posibles», la parte más macedoniana del texto.

Así que, resumiendo, interesante experimento este de Gustavo Campos / Eduardo Ilussio Hocquetot que peca de cierta irregularidad, producto del riesgo asumido por el autor a la hora de «construir» (¿o quizá subsistir, inventar, implantar o vivir?) el texto. Eso sí, bienvenidas todas las irregularidades que nazcan del riesgo.



Koldo Concejo
(Bilbao, España, 1977).
Escritor y editor senior. Ha ganado premios de narrativa a nivel latinoamericano y ha sido finalista de concursos de microrrelatos.
Forma parte del equipo del blog “Un libro al día” (www.unlibroaldia.blogspot.com), en funcionamiento desde el 1 de marzo de 2009 y con un archivo ya de 4000 reseñas.
En cuanto a sus “méritos” en el ejercicio de la escritura, ha sido ganador del II y del III Concurso de Literatura Instantánea Eprizes (2016 y 2017); finalista del Concurso de Microrrelatos de la Fundación Agustín Serrate (2016) y del III Certamen de Microcuentos Vallecas Calle del Libro 2016. Ha publicado relatos en antologías como “La librería más bonita del mundo” (Playa de Ákaba, 2016) y Antología del II Concurso de Microrrelatos (Mandala ediciones, 2017).

Un William Burroughs de la metanarración. David Pérez Vega


A finales de 2019, quedé una tarde con el escritor y editor ecuatoriano Augusto Rodríguez. Ese día me regaló El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot de Gustavo Campos (Honduras, 1984), recién publicado por la nueva editorial madrileña Nana Vizcacha, en la que pronto saldría su propia novela.

Me he estado preguntado si antes de Gustavo Campos había leído a algún escritor hondureño. Me ha surgido la duda con Horacio Castellanos Moya, pero al buscarlo en internet he visto que, aunque nació en Tegucigalpa (capital de Honduras) es de nacionalidad salvadoreña. Así que en realidad nunca había leído a ningún escritor hondureño. De mis contactos con el mundo de la edición, sé que para una editorial puntera española es mucho más difícil apostar por un latinoamericano procedente de un país pequeño (Honduras, Panamá, El Salvador…) que por uno de un país grande (México, Argentina, Colombia…), porque si publican a un argentino, por ejemplo, pueden vender el libro en dos mercados grandes: España y Argentina, y si apuestan por un hondureño casi no pueden venderlo en su mercado local. Así que para un hondureño como Gustavo Campos, las puertas para publicar en España son más estrechas de las que se puede pensar. Y justo aquí es cuando cobran tanto valor iniciativas culturales como la emprendida por Lucía Brenlla, editora de Nana Vizcacha, especializada en literatura latinoamericana.

El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot empieza con un capítulo titulado Conferencia de Hocquetot en la Universidad Desconocida. En cuanto vi lo de «la Universidad Desconocida» pensé automáticamente en Roberto Bolaño, una de las mayores influencias actuales sobre los escritores jóvenes que escriben en español. La Universidad Desconocida es el título de la poesía completa de Bolaño. Más que una conferencia, este capítulo recoge las preguntas posteriores a la conferencia que un grupo de alumnos hacen al ponente, un famoso escritor hondureño llamado Eduardo Ilussio Hocquetot. Los alumnos nombran al escritor como «Hocquetot», y este contesta de modo irónico y elusivo a sus preguntas. En varias ocasiones aparece el nombre de Enrique Vila-Matas en estos diálogos, una referencia que se irá repitiendo a lo largo del libro.


Si bien había pensado –tras la pista de «la Universidad Desconocida»– que la influencia más importante para Campos sería Bolaño, en realidad acaba por ser Vila-Matas.

«Soy de esos que escriben de día y de noche, pero nunca bajo la lluvia, ese clima sí lo respeto» (pág. 17): en esta contestación a la pregunta de un estudiante, se nota que Campos –igual que yo– ha visto más de una vez las entrevistas televisivas a Bolaño, que están colgadas en internet. También es cierto que en este libro se habla mucho de escritores, como es habitual en la obra de Bolaño, pero sobre todo del propio hecho de escribir, con profusión de citas literarias, todo muy del gusto de Vila-Matas, que acaba por ser la gran referencia literaria de Campos.

Campos ha construido su ficción usando técnicas metanarrativas: hablar sobre el hecho de escribir o el deseo de dejar de hacerlo; la influencia de otros autores, la reflexión continua sobre el sentido de la propia escritura… pero debemos apuntar que casi siempre lo hace desde un punto de vista irónico. La principal ironía parte de que al escritor Eduardo Ilussio Hocquetot se le da en Honduras una importancia cultural enorme. Hocquetot es un escritor tan popular en Honduras que cuando se hace pública la noticia de que se ha perdido el manuscrito de la novela que estaba escribiendo, sus compatriotas lo toman como una tragedia nacional. «Sus fanes no se hicieron esperar y pronto se manifestaron en las calles con pancartas y consignas que rogaban a los malhechores, o simples cleptómanos literarios, que por favor entregasen el texto, sin maltratos, en las mejores condiciones posibles» (pág. 39). Los sociólogos también hablan de Hocquetot: «Los sociólogos vertían toda su sapiencia en largas páginas de corte marxista contra los textos no marxistas de ambas etapas del autor» (pág. 44).

Lógicamente, Campos irá desmontando esta idea sobre la importancia cultural de cualquier escritor en su país, que es muy cercana a ninguna. Honduras, nos dirá, es un país con una industria literaria muy pequeña. El narrador dice conocer a Hocquetot, jugando así a la interacción del autor con su personaje. Además, en más de una ocasión Hocquetot y Eduardo Ilussio parecen personajes diferentes. La personalidad del escritor se irá cubriendo con diversas máscaras. Se valdrá de ellas para hablar de sus dificultades ante la escritura, sus miedos, sus frustraciones o sus sueños.

«Como para Hocquetot resultaba difícil escribir una novela decidió escribir en su lugar un libro sin estructura; libre, en cuanto su imaginación lo permitiera, de breves episodios, sin rótulo particular, sin determinada forma. Un libro que pareciera más bien una compilación de textos aislados pertenecientes a distintas épocas e influencias. Un libro cosido por una biografía inventada de un personaje que fuera real, pero a su vez ficticio. Una especie de propuesta de lectura» (pág. 37). Además de a Bolaño (de refilón) y a Vila-Matas, otros escritores que parecen evocados en este texto podrían ser César Aira y Mario Levrero, por su tendencia al absurdo y también a lo onírico. De vez en cuando podemos toparnos con unas cuantas páginas plagadas de conversaciones surrealistas; como el capítulo Junto a la lámpara de Abbott, que empieza con la frase: «Su padre, sin duda alguna, fue un cuadrado, y si fue un cuadrado, seguro fue muy hilarante» (pág. 33).

El narrador y Hocquetot se empeñan en llamar a su proyecto «libro» y no «novela», un libro que se acabará al llegar a un determinado número de páginas. Hacia el final del texto, el lector tendrá acceso a algunos de los capítulos del famoso «libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot», un texto alucinado, un William Burroughs de la metanarración, que no puede dejar de arrojar al lector referencias literarias. Sin embargo, entre estos juegos de planos ficcionales también se irá filtrando la realidad del país: en Honduras (sabremos) se producen veinte asesinatos diarios, y su capital es una de las más peligrosas del mundo, «capital de la muerte» se llega a llamar a Tegucigalpa. En la página 84, Hocquetot (amante de las listas) enumera y recuerda las veces que ha sido atracado a lo largo de su vida. Estas páginas son tremendamente realistas (imagino que Campos está hablando de su propia experiencia) y me han interesado mucho. Aquí me doy cuenta de que, en el fondo, aunque me gusten autores como César Aira o Enrique Vila-Matas, lo que más me atrae es la novela realista, una novela que describa la realidad de un país, a lo Pedro Juan Gutiérrez con Cuba, por ejemplo.

En más de una ocasión, la propuesta narrativa de Campos me ha resultado divertida y la he leído con gusto. Otras, la interrupción de lo contado y el inicio de un nuevo capítulo surrealista sin relación con el anterior me han sacado del libro. Campos me ha parecido un escritor dotado y también un escritor de ráfagas, un autor que está buscando a Hocquetot, que a su vez busca su libro perdido. Campos se está buscando a sí mismo y ha jugado aquí a ser muchos escritores a la vez. El libro acaba con el mensaje «To be continued» y, en sus siguientes obras, Gustavo Campos habrá de decidir qué clase de escritor quiere ser y hacia dónde quiere llevar sus propuestas. Habrá que seguirle la pista con atención.

David Pérez Vega
España.

lunes, 19 de noviembre de 2018

"El libro que vendrá". Albany Flores Garca


“El libro que vendrá”




Albany Flores Garca
Diario El Heraldo, 08. 11. 2018.

¿Es posible escribir literatura del presagio sin que tenga que ver con lo premonitorio o la ciencia ficción, sino con la certeza de escribir una historia que se reescriba a sí misma en el futuro? El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot, del novelista sampedrano Gustavo Campos, parece haberlo conseguido.

Autor de libros experimentales como Los inacabados o Katastrophé, Campos recobra lo perdido en un libro de agilidad lingüística y precisión narrativa, lleno de risas, sarcasmo y socarronería.
Hocquetot, un escritor escurridizo de inteligencia provocadora y audaz, es un renegado de la fama y del prestigio literario que ensaya la posibilidad –a través de entrevistas, conferencias y críticas- de reírse de todo, incluso de sí mismo y de su obra.

Entonces practica una “escritura del desgano”, una escritura del tedio que no busca construir una historia lineal, sino encontrar las formas para fabricar una literatura en permanente construcción; de esa manera lo que escribe es siempre un borrador, un vaticinio de “lo que vendrá”.

Campos nos propone una escritura de posibilidades ilimitadas, donde una historia se escribe y se cuestiona, se redacta y se corrige. Todo bajo la figura literaria de la “puesta en abismo”, en la que una historia vive dentro de otra como una caja china hasta el infinito; una técnica harto cultivada por autores latinoamericanos como Jorge Luis Borges, Macedonio Fernández, Juan José Saer o Sergio Pitol.  

La trama principal de la novela de Campos es que no hay una trama (o demasiadas tramas), y la mejor forma de hallar su verdadero significado es no buscarlo; pero es, en esencia, la historia de un escritor en guerra con su obra.

Pocos libros hay tan divertidos en la novelística hondureña –como este-; dos de ellos ya son clásicos de nuestra literatura: Mis tías las zanatas, de Toño Rosa, y El corneta, de Roberto Castillo. Por lo demás, en nada se parecen estos libros al libro perdido de Gustavo Campos. Como Benet, el autor ha encontrado la manera de escribir un libro que carezca de estructura formal; un libro que no sea una novela, un ensayo, una crónica, un diario o una carta, pero que al mismo tiempo sea todas esas cosas.



Albany Flores Garca
(Honduras,1989). Escritor, editor y ensayista; graduado en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Ha publicado, en cuento, Muerte prodigiosa (2014); en poesía, Geografía de la ausencia (2012) y El árbol hace casa al soñador (2016); y en ensayo Honduras, relaciones históricas entre Academia y Estado (1838-1848). Ha escrito y colaborado en revistas y periódicos de Honduras, Cuba, Brasil, Colombia, México e Italia, y es fundador de la revista académica-cultural El Zángano Tuerto. Es editor en máladive editores.

lunes, 16 de julio de 2018

8 reseñas sobre El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot





En un país signado por la corrupción, la violencia, la pobreza, la misoginia, la homofobia y la estupidez sin límites de quienes nos desgobiernan, reírse es un imperativo para seguir viviendo. Y por eso quiero apuntar la que, en mi opinión, es la primera cualidad de este libro, y a la vez uno de sus ejes transversales: el humor. El autor se ríe y nos hace reír de él mismo, de las vicisitudes de su alter ego, el «famoso» escritor Eduardo Ilussio, y del hecho —mejor dicho, la ilusión— de querer ser escritor y vivir como tal en un país donde la sensibilidad se considera un defecto.

María Eugenia Ramos (Honduras)

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El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot, que mereció el premio Centroamericano de Novela Corta 2016, es una obra metaliteraria e inclasificable, con muestras de un paradójico sentido de humor.

Jorge Ávalos (El Salvador)

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Con El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot Gustavo Campos, de impecable y concisa prosa, ha puesto por escrito el discurrir de su conciencia, subterfugio donde perece persona, autor y personaje, donde lo único que pervive es una confabulación de citas y alusiones. Hocquetot, un escritor de hambres, una suerte de hungerkünstler, nunca llega a escapar de la voracidad literaria que lo tiene confinado. ¿Acaso Campos ha cometido suicidio metaliterario?

León Leiva Gallardo (Honduras)

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Gustavo Campos es un escritor multifacético (narrador, poeta, ensayista, periodista, crítico literario) que nació en 1984 en la ciudad de San Pedro Sula. El Premio Cervantes Sergio Ramírez lo incluyó en un par de antologías como uno de los máximos exponentes de la literatura centroamericana y del caribe en la actualidad y el escritor y crítico literario Jorge Carrión (finalista Premio Anagrama de Ensayo) lo incluyó en el 2010 en un listado de 50 autores de América Latina y España que a su juicio consideraba como los más representativos de la producción literaria joven de la lengua en nuestra época. Dentro de su selecto grupo desfilan nombres importantes de la literatura actual: Elvira Navarro, Santiago Roncagliolo, Rodrigo Hasbun, Alejandro Zambra, Lucía Puenzo, Andrés Neuman, entre otros, y Campos entre ellos. El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot viene a confirmar lo que antes habían descubierto los dos escritores de talla universal citados anteriormente. A mí gusto, el mejor escritor joven de Honduras.

Kalton Harold Bruhl (Honduras)

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Encuentro en El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot un mejor manejo del idioma, el despliegue de un lenguaje más trabajado, con mayor aplomo y seguridad en sí mismo. Y es esa seguridad la que permite hacer acopio de la vena lúdica, del constante juego e incluso de las provocaciones al lector. Se parte de la premisa de que quien carece de esa confianza en sí mismo y de esas certezas personales difícilmente se arriesga a embarcarse en el tono juguetón y burlón como el que campea en el presente texto.

Con todo, en ese afán de experimentar e innovar hay, en mi opinión, en esta osada colección de pastiches extravagancias como ese “Millón de átomos de grosor”. Las ilustraciones con los planos y ratones me parecen simpáticas en el empeño (muy buscado) de sorprender al lector y de escapar de lo trillado. Con todo, pese a (gracias a) al carácter heterodoxo de la “colcha de retazos”, el libro, lejos de naufragar, navega bien y resulta de lectura grata...

Hernán Antonio Bermúdez (Honduras)

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El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot es una obra insólita en la literatura hondureña: es como una miscelánea que salta del cuento al diario, del diario al poema, del poema al fragmento que resulta imposible clasificar, pero incluso al entrar en esos territorios de la escritura no lo hace de la manera acostumbrada. Hocquetot es “una sucesión, un gesto, pero jamás una novela”, se nos advierte al comienzo del texto. Tampoco es una novela porque Gustavo Campos busca escribir algo más que una novela. La descripción del mundo caótico que rodea a Campos da la impresión de ser también caótica y va saltando de género en género, pero el caos se nos revela como un acto premeditado del autor: Hocquetot se muerde la cola y el final se convierte en el principio, cuando la primera página, en la que Campos nos propone su lectura del libro, muestra su verdadera importancia solo al terminar de leerlo y volver al comienzo. Campos alcanza con Hocquetot una meta que parece imposible: escribir un libro en perpetua transformación.

Dennis Arita (Honduras)

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Estamos ante un reto escritural y lingüístico; lo que implica un reto para el lector. T.S. Eliot llamaba hipocryte lecteur a aquel que quizás no escudriñaba o no llegaba a lo medular de lo literario. No le dé el gusto a Eliot y conviértase en un auténtico lector en El libro perdido de Eduardo Illusio Hocquetot.

Javier Alvarado (Panamá)

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En Gustavo Campos los repuntes lúdicos encuentran sus realizaciones más logradas en los juegos literarios. Las repetidas menciones de autores y de obras, las continuas citas, los juegos de palabras, de estilos, de tramas, etc., en mezcla heteróclita con referencias comparables a la música, la fotografía, el cine etc., hacen de los textos órbitas de remitencias de intertextualidad literaria y multimedial. Podría decirse que en las narraciones de este autor, los contextos locales inmediatos quedan absorbidos dentro de esa especie de juegos de mundos posibles que habilita la ficción.

Hector Leyva (Honduras)

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Biobibliografías de los reseñistas.



María Eugenia Ramos

(Tegucigalpa, Honduras, 1959)
Estudió periodismo y literatura en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, aunque por decisión propia no tiene un título formal. Ha ejercido los oficios de la edición, la comunicación social y la educación aplicando metodologías alternativas.

Obra publicada
La niña que nació para ser poeta: Clementina Suárez (Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 2018) y La maestra Choncita (Editorial Guaymuras, 2017), biografías adaptadas para niñas y niños de la poeta Clementina Suárez y la heroína nacional Visitación Padilla, respectivamente; Una cierta nostalgia, cuentos (Editorial Guaymuras, 2016, cuarta edición); La visión de país en Clementina Suárez y Alfonso Guillén Zelaya, ensayo, en coautoría con Mario Membreño Cedillo (PNUD, Tegucigalpa, 2002); Educación, democracia y desarrollo en Honduras (artículos de Ventura Ramos, comp.); Porque ningún sol es el último, poesía (Ediciones Paradiso, Tegucigalpa, 1989).  Ha participado en numerosos encuentros literarios, entre ellos, la serie anual de Encuentros de Escritores Chiapas-Centroamérica y México-Centroamérica (Chiapas, México, 1992-2000), “América Latina, Tierra de Libros” (Roma, 2010), FIL Guadalajara (2011) y el Primer Encuentro de Narradores "Centroamérica cuenta" (Granada, 2013).

Su obra ha sido incluida en las antologías de poesía: Poésie Hondurienne du Siècle XX (Ediciones Patiño, Ginebra, 1997, edición bilingüe francés-español), Honduras, mujer y poesía (Guardabarranco, Tegucigalpa, 1998), Puertas abiertas. Antología de la poesía centroamericana (compilación de Sergio Ramírez, Fondo de Cultura Económica, México, 2011); y de cuento: Antología de cuentistas hondureñas (Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 2003), Pequeñas resistencias 2. Antología del cuento centroamericano (Editorial Páginas de Espuma, Madrid, 2003), Puertos abiertos. Antología del cuento centroamericano (compilación de Sergio Ramírez, Fondo de Cultura Económica, México, 2011) y Centroamérica cuenta (edición bilingüe francés-español, Editorial L'atinoir, Marsella, 2014).
En 2011 la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, la seleccionó como una los “25 secretos literarios mejor guardados de América Latina”, narradores y narradoras que a juicio de un comité de escritores, editores, críticos y lectores de la región son muestra de la mejor calidad literaria del continente.



León Leiva Gallardo
(Amapala, Honduras, 1962)
Poeta, narrador y ensayista.
Estudió Psicología y Letras en la Universidad de Northeastern Illinois. Autor de las novelas Guadalajara de noche (Tusquets Editores, 2006), La casa del cementerio (Tusquets Editores, 2008) y de los poemarios Palabras al acecho en la coedición Desarraigos: Cuatro poetas latinoamericanos en Chicago (Vocesueltas, 2008), Tríptico: tres lustros de poesía (MediaIsla Editores, 2015), Breviario (Ediciones Estampa, 2015), El pordiosero y el dios (MediaIsla editores). 
Participó en “Centroamérica cuenta 2016”, Nicaragua.
 Blog: Calibariel



Jorge Ávalos
(San Salvador, El Salvador, 1964)
Poeta, narrador y dramaturgo salvadoreño, también reconocido por su periodismo de análisis e investigación.
Entre 1980 y 2001 residió en los Estados Unidos donde estudió antropología y desarrollo económico. Se desempeñó como artista visual (video arte) entre 1987 y 1993, y en ese campo recibió algunos de los premios más importantes disponibles en Nueva York y los Estados Unidos, incluyendo una beca de la Fundación para las Artes de Nueva York, un premio del Consejo para las Artes de Nueva York, un premio nacional del Fideicomiso para las Humanidades ("Young scholar award"), y otros premios.
En abril de 2004 Ávalos fue galardonado con el Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán por su colección de cuentos La ciudad del deseo. En febrero de 2012 recibió otro galardón centroamericano, el Premio Mario Monteforte Toledo de Cuento, por su obra El secreto del ángel. Aparece incluido en la antología de cuento centroamericano Puertos Abiertos, seleccionada por Sergio Ramírez y publicada por el Fondo de Cultura Económica, México, DF, 2011.

Obras
El cuerpo vulnerado (poesía, San Salvador, 1984), El coleccionista de almas (poesía, Nueva York, 1996), La ciudad del deseo (cuento, Panamá, 2004), Ángel de la guarda (teatro, San Salvador, 2005, La canción de nuestros días (teatro, San Salvador, tres versiones: 1993-2004-2008, Lo que no se dice (teatro, San Salvador, 2009), La balada de Jimmy Rosa (teatro, San Salvador, 2009), El secreto del ángel (cuento, San Salvador, 2012. Premio Centroamericano de Cuento Mario Monteforte Toledo, Guatemala, 2012. Edición privada, San Salvador), Historias de dos ciudades. Cuentistas de Panamá y El Salvador (selección y edición de Jorge Ávalos y Enrique Jaramillo Levi, antología, Panamá, Sagitario Ediciones, 2017), El Salvador en construcción. Autores: Carolina Ávalos, Jorge Ávalos, et al (ensayo, Istmo Editores, San Salvador, 2017).
Participó en “Centroamérica cuenta 2015”, Nicaragua.
Dirige la Revista de Letras y Artes La Zebra.



Dennis Arita
(La Lima, Cortés, Honduras, 1969)
Narrador, traductor y diseñador gráfico. Sus relatos y traducciones han aparecido en varias publicaciones hondureñas. Incluido en Entre el parnaso y la maison: Muestra de la nueva narrativa de la costa norte hondureña (HN, 2011) y en Centroamericanos del ayer y hoy (HN, 2014). Ha publicado dos libros de cuentos: Final de invierno (2008) y Música del desierto (2011).
A juicio del crítico Hernán Antonio Bermúdez: “Dennis Arita posee, en suma, una escritura depurada, precisión de vocabulario, pudor expresivo, continuos hallazgos descriptivos y casi ausencia total de tanteos o vacilaciones (las excepciones son minúsculas). Final de invierno es un excelente primer libro y le abre paso, además, a Música del desierto (2011) que confirma y consolida su enorme talento narrativo.”

(Santiago de Veraguas, Panamá, 1982).
Es poeta y Licenciado en Lengua y Literatura Españolas por la Universidad de Panamá. Colabora con publicaciones de su país y del exterior, como así también forma parte de antologías latinoamericanas e internacionales.  Obtuvo numerosos premios, entre ellos, el Premio Nacional de Poesía Joven de Panamá Gustavo Batista Cedeño 2000, el Premio de Poesía Pablo Neruda 2004, el Premio de Poesía Stella Sierra en el 2007, el Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán 2011, el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2012, el Premio Internacional de Poesía Rubén Darío de Nicaragua 2013, el Premio Medardo Ángel Silva 2014, con un jurado conformado por Antonio Gamoneda, Rodolfo Hinostroza y Julio Pazos, el Premio Nacional de Poesía Ricardo Miró 2015 de Panamá. Ha sido Poeta Residente por la Fundación Cove Park, Escocia, Reino Unido 2009. Y recibió Mención de Honor del Premio Literario Casa de las Américas de Cuba 2010, siendo finalista del Festival de la Lira (Ecuador), Primer Accésit del Premio Eros de Poesía Erótica 2015, convocado por el Centro Canario de Estudios Caribeños por el poema “Para hacer el amor en Poneloya”, I Finalista del Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero 2015, Salamanca, España, Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá en poesía, Mención de Honor Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador, El Salvador, 2016, Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador, 2017.
Aparece incluido en la antología de poesía centroamericana Puertas Abiertos, seleccionada por Sergio Ramírez y publicada por el Fondo de Cultura Económica, México, DF, 2011.
Publicó hasta la fecha Tiempos de Vida y Muerte (2001),  Caminos Errabundos y otras Ciudades (2002); Poemas para caminar bajo un paraguas (2003),  Aquí, todo tu cuerpo escrito (2005), Por ti no pasa nunca el Tiempo (y otros poemas al espejo) (2005), No me cubre de edad la Primavera (2008), Soy mi Desconocido (2008), Carta Natal al País de los Locos(2011), Ojos Parlantes para estaciones de ceguera (2011), Balada sin ovejas para un pastor de huesos (2011), Viaje solar de un tren hacia la noche de Matachín (2013), El mar que me habita (2013), La vida en mi plato de pobre (2015).


Héctor Leyva
(Honduras, 1963)
Es profesor de la Escuela de Letras de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, investigador de temas literarios, históricos y culturales centroamericanos y editor de autores hondureños y de recopilaciones de tradición oral indígena. Se doctoró en 1996 en la Universidad Complutense de Madrid con su trabajo Narrativa de los procesos revolucionarios centroamericanos (1960-1990). Su libro Imaginarios (sub)terráneos. Estudios literarios y culturales de Honduras (2009) ofrece una exploración teórica y datos de primera mano sobre una diversidad de temas hondureños. Es miembro de la red académica internacional que publica Istmo. Revista de estudios literarios y culturales centroamericanos. Ha sido consultor de UNESCO y ha formado parte de los equipos de investigación de los Informes nacionales y regionales de desarrollo humano del PNUD. 
Su Blog Scriptorium ofrece buena parte de su obra en versiones descargables.



Kalton Harold Bruhl
(Honduras, 1976)
Ha publicado numerosas obras, entre las que destacan sus libros de relatos: El último vagón (España, 2013); Un nombre para el olvido (2014); La dama en el café y otros misterios (2014); Donde le dije adiós (2014); Sin vuelta atrás (2015); La intimidad de los Recuerdos (2017). Es autor de la novela La mente dividida (Premio Centroamericano de Novela Corta, España, 2014). Sus obras han sido parcialmente traducidas al alemán y francés en más de 50 antologías publicadas en los últimos 5 años en distintas editoriales de España, Argentina, México y Estados Unidos, mencionándose entre ellas Antología del relato negro III, Hiroshima, Truman, Asesinatos profilácticos, 2099, Kafka y Relatos fotoeróticos, todas con Ediciones Irreverentes; París, Viena, Lisboa y Tras las huellas de Arsenio Lupin de M.A.R. Editor.  Ganó el Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa” y es miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua, Correspondiente de la Real Academia de la Lengua.
También aparece incluido en la antología de cuento centroamericano Un espejo roto, seleccionada por el Premio Cervantes Sergio Ramírez.
Participó en “Centroamérica Cuenta 2014”.

Hernán Antonio Bermúdez
(Honduras, 1949)

Crítico literario y diplomático hondureño. Nació en el año 1949. Perteneciente a los grupos literarios “Vida Nueva” y “Taunka”. Fundó las revistas Coloquio (1969-1970) y Señales (1971-1972). Fue miembro del comité de redacción de la Revista Alcaraván. Aunque sin obra orgánica aún, es uno de los más inteligentes críticos literarios de Honduras. Ha recopilado sus reseñas en dos libros: Retahíla (1980) y Afinidades (2007). Fundador de varias revistas literarias y de la editorial Guaymuras, también es autor de la antología Cinco poetas hondureños (1981). Diplomático de carrera, actualmente es director de la Academia Diplomática de Honduras.


sábado, 16 de junio de 2018

El juego metaficcional en «Tercera Persona» de Giovanni Rodríguez.




Breve reseña: El juego metaficcional en Tercera persona

Recomiendo la lectura de Tercera persona (Uruk Editores, Costa Rica, 2017) del escritor santabarbarense Giovanni Rodríguez (HN, 1980), cuya trama es su vida y la escritura de su vida como novela, ineludible influencia de Vila-Matas (reléase El mal de Montano) y Javier Marías (reléase Todas las almas), pero en ella, además, se encuentran ciertos momentos reflexivos al estilo de Sabato en La resistencia y ese regusto que dejan las novelas de Walser, o las reminiscencias de la angustia de un Oliveira en una vida y tiempo sin sentido. Tampoco queda indemne el lector del tono melancólico recurrente que lo convierte en «ese otro» personaje «introspectivo», aunque a veces parsimonioso, en el que el autor se convierte; pero también hay momentos intensos y rítmicos al inicio de su novela: «Yo siempre le había dicho que amara» que se repetirá en páginas sucesivas. En la novela de Rodríguez podría contestarse una posible «solución» o «salida» a esa pregunta de Blanchot citada por Vila-Matas de «¿cómo haremos para desaparecer?» como mecanismo de autoficción, es decir la creación de ficciones a partir de elementos autobiográficos con sus dramas de vida, amor, enfermedad y muerte, cuyos escenarios se desarrollan entre cuatro países: Honduras, España, Francia y Holanda, en los últimos dos como tretas ficcionales que el narrador desmentirá en los momentos menos esperados, cuando el lector haya caído en la trampa de sus viajes imaginarios. De todas sus novelas, me quedo con esta. Rodríguez se transforma en una especie de Pessoa o de Sabino (en «De todo, tres cosas»). Por supuesto, hay otros puntos que abordar, pero tal tarea la delego a otros lectores y lectoras. Por mi parte, cierro con que no dudo que se convertirá en una lectura indispensable en actuales y futuros lectores de nuestra región. Como dice Shakespeare: «…resistirá las mordeduras del tiempo…» porque el narrador ha sabido ganarse nuestra «confianza» como lectores en términos de verosimilitud. 



Gustavo Campos
16 de junio de 2018

miércoles, 13 de junio de 2018

8 reseñas sobre "El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot"



En un país signado por la corrupción, la violencia, la pobreza, la misoginia, la homofobia y la estupidez sin límites de quienes nos desgobiernan, reírse es un imperativo para seguir viviendo. Y por eso quiero apuntar la que, en mi opinión, es la primera cualidad de este libro, y a la vez uno de sus ejes transversales: el humor. El autor se ríe y nos hace reír de él mismo, de las vicisitudes de su alter ego, el «famoso» escritor Eduardo Ilussio, y del hecho —mejor dicho, la ilusión— de querer ser escritor y vivir como tal en un país donde la sensibilidad se considera un defecto.

María Eugenia Ramos (Honduras)

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El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot, que mereció el premio Centroamericano de Novela Corta 2016, es una obra metaliteraria e inclasificable, con muestras de un paradójico sentido de humor.

Jorge Ávalos (El Salvador)

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Con El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot Gustavo Campos, de impecable y concisa prosa, ha puesto por escrito el discurrir de su conciencia, subterfugio donde perece persona, autor y personaje, donde lo único que pervive es una confabulación de citas y alusiones. Hocquetot, un escritor de hambres, una suerte de hungerkünstler, nunca llega a escapar de la voracidad literaria que lo tiene confinado. ¿Acaso Campos ha cometido suicidio metaliterario?

León Leiva Gallardo (Honduras)

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Gustavo Campos es un escritor multifacético (narrador, poeta, ensayista, periodista, crítico literario) que nació en 1984 en la ciudad de San Pedro Sula. El Premio Cervantes Sergio Ramírez lo incluyó en un par de antologías como uno de los máximos exponentes de la literatura centroamericana y del caribe en la actualidad y el escritor y crítico literario Jorge Carrión (finalista Premio Anagrama de Ensayo) lo incluyó en el 2010 en un listado de 50 autores de América Latina y España que a su juicio consideraba como los más representativos de la producción literaria joven de la lengua en nuestra época. Dentro de su selecto grupo desfilan nombres importantes de la literatura actual: Elvira Navarro, Santiago Roncagliolo, Rodrigo Hasbun, Alejandro Zambra, Lucía Puenzo, Andrés Neuman, entre otros, y Campos entre ellos. El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot viene a confirmar lo que antes habían descubierto los dos escritores de talla universal citados anteriormente. A mí gusto, el mejor escritor joven de Honduras.
Kalton Harold Bruhl (Honduras)
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Encuentro en El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot un mejor manejo del idioma, el despliegue de un lenguaje más trabajado, con mayor aplomo y seguridad en sí mismo. Y es esa seguridad la que permite hacer acopio de la vena lúdica, del constante juego e incluso de las provocaciones al lector. Se parte de la premisa de que quien carece de esa confianza en sí mismo y de esas certezas personales difícilmente se arriesga a embarcarse en el tono juguetón y burlón como el que campea en el presente texto.
Con todo, en ese afán de experimentar e innovar hay, en mi opinión, en esta osada colección de pastiches extravagancias como ese “Millón de átomos de grosor”. Las ilustraciones con los planos y ratones me parecen simpáticas en el empeño (muy buscado) de sorprender al lector y de escapar de lo trillado. Con todo, pese a (gracias a) al carácter heterodoxo de la “colcha de retazos”, el libro, lejos de naufragar, navega bien y resulta de lectura grata...
Hernán Antonio Bermúdez
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El libro perdido de Eduardo Ilussio Hocquetot es una obra insólita en la literatura hondureña: es como una miscelánea que salta del cuento al diario, del diario al poema, del poema al fragmento que resulta imposible clasificar, pero incluso al entrar en esos territorios de la escritura no lo hace de la manera acostumbrada. Hocquetot es “una sucesión, un gesto, pero jamás una novela”, se nos advierte al comienzo del texto. Tampoco es una novela porque Gustavo Campos busca escribir algo más que una novela. La descripción del mundo caótico que rodea a Campos da la impresión de ser también caótica y va saltando de género en género, pero el caos se nos revela como un acto premeditado del autor: Hocquetot se muerde la cola y el final se convierte en el principio, cuando la primera página, en la que Campos nos propone su lectura del libro, muestra su verdadera importancia solo al terminar de leerlo y volver al comienzo. Campos alcanza con Hocquetot una meta que parece imposible: escribir un libro en perpetua transformación.

Dennis Arita (Honduras)

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Estamos ante un reto escritural y lingüístico; lo que implica un reto para el lector.  T.S. Eliot llamaba hipocryte lecteur a aquel que quizás no escudriñaba o no llegaba a lo medular de lo literario. No le dé el gusto a Eliot y conviértase en un auténtico lector en El libro perdido de Eduardo Illusio Hocquetot

Javier Alvarado (Panamá)

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En Gustavo Campos los repuntes lúdicos encuentran sus realizaciones más logradas en los juegos literarios. Las repetidas menciones de autores y de obras, las continuas citas, los juegos de palabras, de estilos, de tramas, etc., en mezcla heteróclita con referencias comparables a la música, la fotografía, el cine etc., hacen de los textos órbitas de remitencias de intertextualidad literaria y multimedial. Podría decirse que en las narraciones de este autor, los contextos locales inmediatos quedan absorbidos dentro de esa especie de juegos de mundos posibles que habilita la ficción.

Hector Leyva (Honduras)


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Biobibliografías de los reseñistas. 

María Eugenia Ramos

(Tegucigalpa, Honduras, 1959)
Estudió periodismo y literatura en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, aunque por decisión propia no tiene un título formal. Ha ejercido los oficios de la edición, la comunicación social y la educación aplicando metodologías alternativas.

Obra publicada
La niña que nació para ser poeta: Clementina Suárez (Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 2018) y La maestra Choncita (Editorial Guaymuras, 2017), biografías adaptadas para niñas y niños de la poeta Clementina Suárez y la heroína nacional Visitación Padilla, respectivamente; Una cierta nostalgia, cuentos (Editorial Guaymuras, 2016, cuarta edición); La visión de país en Clementina Suárez y Alfonso Guillén Zelaya, ensayo, en coautoría con Mario Membreño Cedillo (PNUD, Tegucigalpa, 2002); Educación, democracia y desarrollo en Honduras (artículos de Ventura Ramos, comp.); Porque ningún sol es el último, poesía (Ediciones Paradiso, Tegucigalpa, 1989).  Ha participado en numerosos encuentros literarios, entre ellos, la serie anual de Encuentros de Escritores Chiapas-Centroamérica y México-Centroamérica (Chiapas, México, 1992-2000), “América Latina, Tierra de Libros” (Roma, 2010), FIL Guadalajara (2011) y el Primer Encuentro de Narradores "Centroamérica cuenta" (Granada, 2013).

Su obra ha sido incluida en las antologías de poesía: Poésie Hondurienne du Siècle XX (Ediciones Patiño, Ginebra, 1997, edición bilingüe francés-español), Honduras, mujer y poesía (Guardabarranco, Tegucigalpa, 1998), Puertas abiertas. Antología de la poesía centroamericana (compilación de Sergio Ramírez, Fondo de Cultura Económica, México, 2011); y de cuento: Antología de cuentistas hondureñas (Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 2003), Pequeñas resistencias 2. Antología del cuento centroamericano (Editorial Páginas de Espuma, Madrid, 2003), Puertos abiertos. Antología del cuento centroamericano (compilación de Sergio Ramírez, Fondo de Cultura Económica, México, 2011) y Centroamérica cuenta (edición bilingüe francés-español, Editorial L'atinoir, Marsella, 2014).
En 2011 la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, la seleccionó como una los “25 secretos literarios mejor guardados de América Latina”, narradores y narradoras que a juicio de un comité de escritores, editores, críticos y lectores de la región son muestra de la mejor calidad literaria del continente.



León Leiva Gallardo
(Amapala, Honduras, 1962)
Poeta, narrador y ensayista.
Estudió Psicología y Letras en la Universidad de Northeastern Illinois. Autor de las novelas Guadalajara de noche (Tusquets Editores, 2006), La casa del cementerio (Tusquets Editores, 2008) y de los poemarios Palabras al acecho en la coedición Desarraigos: Cuatro poetas latinoamericanos en Chicago (Vocesueltas, 2008), Tríptico: tres lustros de poesía (MediaIsla Editores, 2015), Breviario (Ediciones Estampa, 2015), El pordiosero y el dios (MediaIsla editores). 
Participó en “Centroamérica cuenta 2016”, Nicaragua.
 Blog: Calibariel



Jorge Ávalos
(San Salvador, El Salvador, 1964)
Poeta, narrador y dramaturgo salvadoreño, también reconocido por su periodismo de análisis e investigación.
Entre 1980 y 2001 residió en los Estados Unidos donde estudió antropología y desarrollo económico. Se desempeñó como artista visual (video arte) entre 1987 y 1993, y en ese campo recibió algunos de los premios más importantes disponibles en Nueva York y los Estados Unidos, incluyendo una beca de la Fundación para las Artes de Nueva York, un premio del Consejo para las Artes de Nueva York, un premio nacional del Fideicomiso para las Humanidades ("Young scholar award"), y otros premios.
En abril de 2004 Ávalos fue galardonado con el Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán por su colección de cuentos La ciudad del deseo. En febrero de 2012 recibió otro galardón centroamericano, el Premio Mario Monteforte Toledo de Cuento, por su obra El secreto del ángel. Aparece incluido en la antología de cuento centroamericano Puertos Abiertos, seleccionada por Sergio Ramírez y publicada por el Fondo de Cultura Económica, México, DF, 2011.

Obras
El cuerpo vulnerado (poesía, San Salvador, 1984), El coleccionista de almas (poesía, Nueva York, 1996), La ciudad del deseo (cuento, Panamá, 2004), Ángel de la guarda (teatro, San Salvador, 2005, La canción de nuestros días (teatro, San Salvador, tres versiones: 1993-2004-2008, Lo que no se dice (teatro, San Salvador, 2009), La balada de Jimmy Rosa (teatro, San Salvador, 2009), El secreto del ángel (cuento, San Salvador, 2012. Premio Centroamericano de Cuento Mario Monteforte Toledo, Guatemala, 2012. Edición privada, San Salvador), Historias de dos ciudades. Cuentistas de Panamá y El Salvador (selección y edición de Jorge Ávalos y Enrique Jaramillo Levi, antología, Panamá, Sagitario Ediciones, 2017), El Salvador en construcción. Autores: Carolina Ávalos, Jorge Ávalos, et al (ensayo, Istmo Editores, San Salvador, 2017).
Participó en “Centroamérica cuenta 2015”, Nicaragua.
Dirige la Revista de Letras y Artes La Zebra.



Dennis Arita
(La Lima, Cortés, Honduras, 1969)
Narrador, traductor y diseñador gráfico. Sus relatos y traducciones han aparecido en varias publicaciones hondureñas. Incluido en Entre el parnaso y la maison: Muestra de la nueva narrativa de la costa norte hondureña (HN, 2011) y en Centroamericanos del ayer y hoy (HN, 2014). Ha publicado dos libros de cuentos: Final de invierno (2008) y Música del desierto (2011).
A juicio del crítico Hernán Antonio Bermúdez: “Dennis Arita posee, en suma, una escritura depurada, precisión de vocabulario, pudor expresivo, continuos hallazgos descriptivos y casi ausencia total de tanteos o vacilaciones (las excepciones son minúsculas). Final de invierno es un excelente primer libro y le abre paso, además, a Música del desierto (2011) que confirma y consolida su enorme talento narrativo.”

(Santiago de Veraguas, Panamá, 1982).
Es poeta y Licenciado en Lengua y Literatura Españolas por la Universidad de Panamá. Colabora con publicaciones de su país y del exterior, como así también forma parte de antologías latinoamericanas e internacionales.  Obtuvo numerosos premios, entre ellos, el Premio Nacional de Poesía Joven de Panamá Gustavo Batista Cedeño 2000, el Premio de Poesía Pablo Neruda 2004, el Premio de Poesía Stella Sierra en el 2007, el Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán 2011, el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2012, el Premio Internacional de Poesía Rubén Darío de Nicaragua 2013, el Premio Medardo Ángel Silva 2014, con un jurado conformado por Antonio Gamoneda, Rodolfo Hinostroza y Julio Pazos, el Premio Nacional de Poesía Ricardo Miró 2015 de Panamá. Ha sido Poeta Residente por la Fundación Cove Park, Escocia, Reino Unido 2009. Y recibió Mención de Honor del Premio Literario Casa de las Américas de Cuba 2010, siendo finalista del Festival de la Lira (Ecuador), Primer Accésit del Premio Eros de Poesía Erótica 2015, convocado por el Centro Canario de Estudios Caribeños por el poema “Para hacer el amor en Poneloya”, I Finalista del Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero 2015, Salamanca, España, Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró de Panamá en poesía, Mención de Honor Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador, El Salvador, 2016, Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador, 2017.
Aparece incluido en la antología de poesía centroamericana Puertas Abiertos, seleccionada por Sergio Ramírez y publicada por el Fondo de Cultura Económica, México, DF, 2011.
Publicó hasta la fecha Tiempos de Vida y Muerte (2001),  Caminos Errabundos y otras Ciudades (2002); Poemas para caminar bajo un paraguas (2003),  Aquí, todo tu cuerpo escrito (2005), Por ti no pasa nunca el Tiempo (y otros poemas al espejo) (2005), No me cubre de edad la Primavera (2008), Soy mi Desconocido (2008), Carta Natal al País de los Locos(2011), Ojos Parlantes para estaciones de ceguera (2011), Balada sin ovejas para un pastor de huesos (2011), Viaje solar de un tren hacia la noche de Matachín (2013), El mar que me habita (2013), La vida en mi plato de pobre (2015).


Héctor Leyva
(Honduras, 1963)
Es profesor de la Escuela de Letras de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, investigador de temas literarios, históricos y culturales centroamericanos y editor de autores hondureños y de recopilaciones de tradición oral indígena. Se doctoró en 1996 en la Universidad Complutense de Madrid con su trabajo Narrativa de los procesos revolucionarios centroamericanos (1960-1990). Su libro Imaginarios (sub)terráneos. Estudios literarios y culturales de Honduras (2009) ofrece una exploración teórica y datos de primera mano sobre una diversidad de temas hondureños. Es miembro de la red académica internacional que publica Istmo. Revista de estudios literarios y culturales centroamericanos. Ha sido consultor de UNESCO y ha formado parte de los equipos de investigación de los Informes nacionales y regionales de desarrollo humano del PNUD. 
Su Blog Scriptorium ofrece buena parte de su obra en versiones descargables.



Kalton Harold Bruhl
(Honduras, 1976)
Ha publicado numerosas obras, entre las que destacan sus libros de relatos: El último vagón (España, 2013); Un nombre para el olvido (2014); La dama en el café y otros misterios (2014); Donde le dije adiós (2014); Sin vuelta atrás (2015); La intimidad de los Recuerdos (2017). Es autor de la novela La mente dividida (Premio Centroamericano de Novela Corta, España, 2014). Sus obras han sido parcialmente traducidas al alemán y francés en más de 50 antologías publicadas en los últimos 5 años en distintas editoriales de España, Argentina, México y Estados Unidos, mencionándose entre ellas Antología del relato negro III, Hiroshima, Truman, Asesinatos profilácticos, 2099, Kafka y Relatos fotoeróticos, todas con Ediciones Irreverentes; París, Viena, Lisboa y Tras las huellas de Arsenio Lupin de M.A.R. Editor.  Ganó el Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa” y es miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua, Correspondiente de la Real Academia de la Lengua.
También aparece incluido en la antología de cuento centroamericano Un espejo roto, seleccionada por el Premio Cervantes Sergio Ramírez.
Participó en “Centroamérica Cuenta 2014”.

Hernán Antonio Bermúdez
(Honduras, 1949)

Crítico literario y diplomático hondureño. Nació en el año 1949. Perteneciente a los grupos literarios “Vida Nueva” y “Taunka”. Fundó las revistas Coloquio (1969-1970) y Señales (1971-1972). Fue miembro del comité de redacción de la Revista Alcaraván. Aunque sin obra orgánica aún, es uno de los más inteligentes críticos literarios de Honduras. Ha recopilado sus reseñas en dos libros: Retahíla (1980) y Afinidades (2007). Fundador de varias revistas literarias y de la editorial Guaymuras, también es autor de la antología Cinco poetas hondureños (1981). Diplomático de carrera, actualmente es director de la Academia Diplomática de Honduras.