viernes, 23 de marzo de 2012

RING O esto no es una parábola, ¿o sí?


Ilustración: David Soto


RING O esto no es una parábola, ¿o sí?
Darío Cálix
(San Pedro Sula, 1988)
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En el cuarto oscuro hay un hombre, también hay muchas cucarachas y algunas ratas, pero sobre todo hay un hombre. El hombre, cuyo nombre dejó de importar hace mucho tiempo, es ciego y sordo. El hombre cieguisordo permanece sentado en un sillón viejo, quizás tan viejo como él, que está situado justo en medio del cuarto. El sillón es ahora de un color que recuerda a la mierda, pero en algún momento debió de ser amarillo o anaranjado u ocre… Es mierda el hombre sentado ahí, no tiene pelo, tiene tan arrugada la cara y en ella una barba gris enmarañada, por dios qué apesta, ¿hace cuánto no se baña…?
Al lado del sillón en el que permanece sentado el hombre hay una mesita. Lo único que hay encima de la mesita es un teléfono, de esos antiguos de campana. El hombre tiene su mano izquierda sobre el manófono del teléfo no fo no fon off…
RRRRRrriiing: El hombre contesta:
“Lo siento. Soy sordo”.
Y cuelga.
Quien mira al hombre ahí podría llegar a pensar que no se ha movido de ese lugar, de esa posición, en años, en siglos. Parece que este hombre no se levanta de ahí ni para cagaRRRRRRRRRRRRIIING: el hombre contesta:
“Lo siento. Soy sordo.”
Y cuelga.
La mano se queda ahí, sobre el teléfono. Siempre. La cara del hombre es la cara de un hombre muerto hasta que de pronto las vibraciones son percibidas por su mano huesuda y suben vía corrientes eléctricas hasta su cerebro y en sus agrietados labios casi que se puede llegar a notar una muy pero muy ligera sonRRRRRRiiing: el hombre contesta:
“Lo siento. Soy sordo.”
Y cuelga.
La mano de nuevo sobre el teléfono. La cara de nuevo es muerta. Quién llama al teléfono del hombre y/o por qué lo hace son el tipo de preguntas que nadie con el mínimo de corazón y alma debería de llegar a hacerse porque RRRRING: el hombre contesta:
“Lo siento. Soy sordo.”
Y cuelga.
Lo único cierto aquí es que lleva haciéndolo por mucho tiempo. Quizás más del que cualquier de nosotros pueda llegar a imaginar. Ésta es la vida de este hombre. Ésta ha sido su inquebrantable rutina hasta que se abre la puerta. En el cuarto oscuro hay una puerta, naturalmente, y se está abriendo. La puerta, que probablemente no ha sido abierta en mucho tiempo, rechina que es un espanto. Pero el hombre es sordo, ¿lo recuerdan?, así que no se inmuta hasta que de pronto alguien, debe ser otro hombre, da un paso dentro del cuarto. El suelo del cuarto es de madera y el hombre sabe distinguir la vibración que produce una hormiga de la de una pulga, ha estado sentado ahí tanto tiempo en silencio y a oscuras… En el silencio y la oscuridad más definitiva.
El hombre ha sentido el paso en el suelo de su cuarto y ahora su cara, antes muerta, resucita de horror. Se ha retorcido todo contra su sillón, como tratando de hundirse en él, fundirse, esconderse, camuflarse… La mano ya no está sobre el teléfono, ahora hace con la otra un esfuerzo ridículo por silenciar un grito que de todas formas ha nacido mudo…
Un hombre, indudablemente otro hombre, ha entrado al cuarto y entonces dice, de manera trémula:
“Soy ciego. ¿Hay alguien ahí?”
RING.


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Darío Cálix
(San Pedro Sula, Cortés, 1988) Estudia la Carrera de Letras en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula (UNAH-VS). Su obra ha aparecido en las siguientes antologías: Sociedad Anónima (Paíspoesible, 2007); Entre el parnaso y la maison. Muestra de la nueva narrativa de San Pedro Sula (Editorial Nagg y Nell, 2011); Cuarta dimensión de la tarde. Antología de poetas cubanos y hondureños (coedición Nagg y Nell y Ediciones La luz, 2011). Publicó la novela Poff (La hermandad de la uva, 2011) Colabora en la revista Tercer Mundo (2011). Miembro del grupo literario “La hermandad de la uva”. También fue uno de los fundadores del movimiento literario Poetas del Grado Cero.

El cuento apareció en el primer y único número de la Revista Tercer Mundo con un tiraje no mayor a los 20 ejemplares.